Como ya sabéis muchos, he decidido pasar el mes de Diciembre en Nueva York, cosa que no entraba en mis planes porque no hago planes, y así, el 30 de Noviembre estaba con todo mi equipaje en un bus rumbo a Manhattan, sin saber muy bien dónde iba a dormir ni esa noche ni el resto del mes.
Sólo tenía un par de teléfonos para visitar habitaciones, con algo tendría que quedarme. Quedé con el dueño en la calle 116, situada en pleno Harlem, barrio habitado principalmente por gente hispana y de color que no es muy aconsejable para turistas y menos si llevas todo el dinero que te queda encima, portátil y maleta.
Al llegar al “el barrio” o “el harlem español” como lo llaman aquí vi cómo la policía tenía esposados a cuatro tipos en la misma boca del subway… Cargado, con la cartera en los huevos y los huevos en la garganta, intenté buscar el número del portal al que me dirigía, sin lograrlo por los nervios, así que me metí en un restaurante a comer y quedé allí con el dueño del piso. Mientras llegaba le pregunté al camarero sobre la zona y para “tranquilizarme” me dijo que el barrio no era bueno, qué él ya estaba acostumbrado a ver “cosas”. Supongo que se refería a cosas como a un tío dando 5 tiros al aire como vi unos días más adelante...
Pues al final me quedé aquí (mamá, estoy bien, no llames al FBI, CSI ni nada). El piso me gustó, la zona me producía curiosidad y está claro que yo no he venido a lo fácil.
Por lo menos, justo en mi portal hay una boca de metro que llega a cualquier parte de Manhattan, tengo supermercado, lavandería, delis y todo tipo de tiendas aquí mismo, siendo de lo más barato de NYC. Le estoy cogiendo el gusto a la zona.
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